martes, 5 de noviembre de 2013

Espejito, espejito...

Ya la madrastra de Blancanieves dedicaba horas frente al espejo, regocijándose en su belleza y preguntando quién era la más guapa del reino. Historia que por cierto, he descubierto en un blog que está basada en hechos reales, obviamente con algo de dramatización por parte de los hermanos Grimm. Pues mi bebé va por el mismo camino, no sólo se mira al espejo desde hace unas semanas, sino que se queda cautivada consigo misma e incluso se dedica algunas palabras, lo que vienen a ser balbuceos y chillidos... ¿Estará preguntándole quién es la más guapa del reino? :)

Pero sé que no es la única. Los bebés en general se quedan atrapados con el reflejo de luces que les ofrecen los espejos, es por eso que muchos de sus juguetes tienen pequeños espejos de plástico. Además, según los expertos, es una buena forma de estimularles en su desarrollo cognitivo, y poco a poco irán tomando conviencia de que ese bebé tan simpático que les devuelve la sonrisa y que está sostenido por alguien de su propio entorno, no es otro que él mismo.

Buscando información sobre cómo podía jugar mi hija con el espejo y en qué le podía favorecer, también he encontrado leyendas urbanas, supersticiones sobre los niños y los espejos que desaconsejan el poner a los bebés enfrente ya que, al ser todavía tan débiles, absorbe sus almas.

A pesar de que es un objeto que podemos usar a nuestro favor, también entraña el riesgo de que se rompa mientras juegan con él. Deberíamos tener en cuenta qué tipo de espejo usamos, si es grande o pequeño y si dejamos al bebé tocarlo o sostenerlo. Mi opinión es que no, que sólo les dejemos jugar con aquellos espejos que tengan un buen soporte y sean suficientemente grandes como para que el bebé no pueda manipularlo, y siempre bajo supervisión de un adulto. ¡¡Así que a jugar con los espejos!! Sólo habrá que tener cuidado de que nuestros bebés no se vuelvan vanidosos...






No hay comentarios:

Publicar un comentario