lunes, 16 de marzo de 2015

Cuando la teoría no se parece a la práctica

Recuerdo aquella época en la que lucía la tripa de embarazada... Esa época en la que todavía tenía muchas de las respuestas para la maternidad. A mi mente llegan aquellos momentos como los más sabios de mi carrera como madre, una carrera que estaba comenzando y que cuanto más me adentro en ella más ignorante me siento. No porque no sepa nada de criar y educar a mi hija, que la experiencia ya es un grado; sino porque todos los argumentos irrefutables que antes de ser madre manejaba, ahora se han esfumado.

Vienen a mi cabeza especialmente esos momentos en los que gritaba al viento la barbaridad de poner la tele a un bebé, con lo importante que para su desarrollo era jugar, pintar, cantar... Y sí, todo eso sigue estando muy bien, sigo pensando que antes que la tele hay otras cosas con las que mi hija fomentaría más su lado creativo, su capacidad de raciocinio, y sus habilidades en general. Pero la realidad, cuando tienes que trabajar desde casa, o simplemente trabajar para tu casa haciendo las tareas doméstica, y tienes a una pequeña fierecilla que reclama tu atención y que te necesita hasta para derramar la caja del puzzle, cuando te duele la boca de repetir que mamá tiene que trabajar, entonces es cuando no puedes más y tiras de tópico; Peppa Pig, Frozen o Rapunzel son en casa las preferidas.

Toda la vida renegando de hijos teleadictos, rechazando la tecnología hasta cierta edades, cantando las bondades de un buen libro, de unos tarros de pintura, de un rompecabezas, de piezas de construcción... Y de repente, con eso de intentar conciliar el trabajo con mi hija, eso que en mi caso es... ¿¿Que es?? Ah, que no es. Pues eso, que al final por mucho que no quieras y te intentes resistir, tiras por el camino fácil. Que sinceramente a mi no me deja mucho margen de maniobra porque mi niña reclama mi presencia hasta para ver la tele, pero bueno, sus diez minutos de flipada los pasa, diez fugaces minutos en los que soy libre y puedo terminar lo que estaba haciendo, o si no, al menos dejarlo salvado, o recogido, para la próxima vez que le pueda echar mano en un momento de distracción del "bicho".

Otra de las teorías que manejaba antes de ser madre, cuando era experta en maternidad -pero bueno, ¿a quién no le ha pasado eso?- era la de "a la cama grande ni de coña, que luego se acostumbran". Mire usted, cuando damos el pecho a demanda es lo que hay, o terminamos metiendo a los niños en la cama o será más complicado de lo que ya es dar la teta cada tres horas o cada vez que a la criatura le salga del alma. Las ojeras las vamos arrastrando por el suelo, y estamos tan cansadas que no sé en el caso de las demás madres, pero en el mío hubo días que hasta yo me arrastré con las ojeras. Y no me quejo ¿eh? es algo que he elegido yo, que tener a mi hija no ha sido una imposición y fue más que buscada, pero dejémonos de manuales de libro y aceptemos la realidad, lo que siempre digo: cada uno cría y educa como quiere; y lo más importante, como puede.

Una más de las barbaridades que yo misma me creí fue el reparto de tareas en casa, que iba a ser equitativo y que los dos íbamos a cambiar pañales, fregar platos y hacer la comida por igual. Mire usted, por mucho que quisiera mi querido esposo iba a ser complicado principalmente por las horas que se pasa en el trabajo, porque hay días que ni ve a la peque despierta. Aunque claro, luego están los maridos que cuando llegan a casa también están cansados. ¿¿Oiga y nosotras qué?? ¿Se creen ustedes que los niños paran a la hora que las madres van a comer, o si entramos en el baño, e incluso si necesitamos echarnos una siesta porque hemos pasado media noche en vela con nuestro mocoso o mocosa preferido, simplemente porque pensaron que ya habían dormido bastante? Aquí hay que tener consideración con todo el mundo, ¿quién la tiene con nosotras? Todavía recuerdo una conversación telefónica con mi amiga Sonia, yo con la panza grandota por aquel entonces, sintiendo las pataditas, y ella con una peque preciosa de algunos meses, cuando me decía: Recuerda que los niños son para las mamás, cuando se ponen malitos, cuando están cansados... al final nos buscan a nosotras. Y qué razón tenía... y yo añado: hay papis que se aprovechan, no diré que todos porque no se puede generalizar, pero cuántas no habéis oído eso de "yo lo he intentado pero es que quiere contigo", o esa de "yo creo que lo que quiere es teta" y tú con tu cara de odio "¡¡¡¡Pero si acaba de comer!!!!" En fin, que ser madre -y padre- no es tan fácil como lo pintan los manuales.

También recuerdo la teoría de que mi vida profesional no se vería afectada por la maternidad. De hecho fui yo la que volvió al trabajo dos días en semana cuando mi hija tenía solamente dos meses y medio, pero cuando eres madre en un país en el que un día de guardería cuesta alrededor de 42 libras, y el pago mensual de un niño que va los cinco días de la semana corresponde al salario de una persona, te planteas si realmente merece la pena trabajar a jornada completa cuando tu marido ya trabaja más de 40 horas semanales, y cuando encima tienes otro trabajo a jornada completísima: el trabajo de ser madre, al que no nos queda otra que dedicarle 24 horas al día. Si los dos estuviéramos fuera de casa, y sin tener cerca a la familia ¿a quién tendría nuestra hija de referencia? ¿quién estaría con ella? ¿la dejamos que se cuide sola? Lo que está claro es que alguien tiene que sacrificar su carrera por la crianza, y en este caso me ha tocado a mi. Me lo planteo como "cuestión de tiempo" hasta que pueda volver a dedicar más horas al terreno profesional, pero ahora mi hija me necesita. Mientras tanto, una clases de español por aquí, otra por allá, y jugando a ser periodista en mi blog para que no se oxide el cerebro, ni mis dedos, ni las teclas del ordenador.

Por último recuerdo las teorías de la hora de dormir. Esas frases como la de "Que llore, así abre los pulmones" siempre las tuve en mente, llorar no es malo y no tengo ningún trauma de mi infancia. O eso creo... Pero luego te metes en Internet y lees testimonios que dicen que desde que sus padres les dejaron llorar y llorar para dormir tienen terrores nocturnos, o esos que dicen que es una barbaridad dejar llorar a un niño, y te sientes cruel solo por querer intentarlo. Pero tus ojeras y tu mal humor matutino te dicen que no tienes otra opción, que es la única salida que te queda porque ya has probado todo lo probable, y cuando lo haces te intentas autoconvencer, pero terminas sintiéndote tremendamente mal, vuelves a la habitación cada cinco minutos y acabas llorando casi más que tu hijo.

Sí, llamadme blanda si queréis. Pero al final terminé dándole la mano para que se durmiera, y esa ha sido nuestra rutina para conseguir que se fuera a la cama. Mamá se quedaba junto a la cuna y pasaba la mano entre los barrotes, ella la agarraba y ahí se quedaba tranquilamemte, hasta que mamá pensaba que ya había caído y de repente, cuando trataba de soltar la mano sonaba un ¡¡mami!! que retumbaba en toda la habitación. Ahora vuelta a empezar... para cuando no consigues zafarte y moverte con sigilo, y de repente en tu camino se cruza un juguete. ¡¡La cagaste, ya se despertó!! Tengo que reconocer que la peque nunca ha sido muy dormilona, siempre desde que nació nos llamó la atención lo poco y lo mal que dormía. Ahora que ya es más grande empieza a irse a la cama con más tranquilidad, sin depender tanto de mamá. La verdad es que ahí mi marido juega un papel muy importante, por norma se encarga de contarle el cuento de rigor y ahora con el destete le da su vasito de leche. Acuesta primero a sus muñecos y después a ella diciéndole que los cuide... a veces no funciona, pero últimamente está teniendo éxito. El problema es cuando se despierta por las noches. Entonces me vuelvo a acordar del... "a la cama grande ni de coña, que luego se acostumbran", y sí; ya se acostumbró.

6 comentarios:

  1. Llevas toda la razón, Susana. Para dar esos consejos hay que:
    no haber sido madre...
    o dejas a tu hijo en manos de una "nurse" a todas horas...

    Pero un hijo requiere tu atención, tu tiempo y tu dedicación "full time".
    Y si lo que quieres es tranquilidad, mejor te compras un muñeco de trapo.
    Susanita entra en una edad preciosa, pero muy intensa. Disfrútala.

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  2. Hola Susana, me he sentido muy muy identificada. Creo que en esto de la maternidad/paternidad cada uno hace lo que puede...es cuestión de supervivencia. Y los consejos...es tan fácil todo cuando no te está pasando. Lo he compartido en Facebook, espero que no te importe. Gracias!

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    1. Gracias por tu comentario, me alegra que te haya gustado y además es bueno saber que no soy la única... Y para nada me importa que lo hayas compartido, adelante :) Además esto me ha permitido conocerte y Mamá a la deriva ya te sigue en Facebook. Un saludo

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