Tras varias semanas intentado cuadrar nuestras
agendas de madres y trabajadoras, finalmente Diana y yo conseguimos quedar para
tomar un café y charlar un rato. A las nueve de la mañana de un martes, ambas
hacíamos entrada en el lugar escogido para el encuentro, así que no hubo
esperas, ni pausas; solo una cálida sonrisa que, como las auténticas, llegó a
tocar los ojos de nuestra invitada. Diana se licenció en Psicología Clínica en
la Universidad de La Laguna (Tenerife), comenta que su vocación fue siempre
aliviar el sufrimiento humano. Hace unos cuatro
años que decidió emprender la aventura del emigrante junto a su pareja, hoy en
día su marido. Si la buscamos en redes sociales encontraremos que su apellido
es González, mientras que en su blog de psicología, Una
psicóloga en Liverpool, ella misma se denomina Frias.
Diana, en un momento de nuestra conversación |
-Diana, ¿tu apellido
es González o Frias?
-Soy González Mendoza en España
aunque aquí soy Diana Frias. No me gustaba la idea de cambiarme de apellido,
pero lo hice para que mi hijo también se identificara conmigo, ya que entre
Portugal -de donde es mi marido-, España e Inglaterra hay diferencias con la
legislación respecto a ese tema. No tiene nada que ver con pretender perder mi
linaje ni tomar el apellido de mi marido por considerarlo el más importante.
-¿Qué edad tiene tu
hijo?
-Dos años y medio, se llama
Paulo y es nuestro “pequeño inglesito”. Ya es casi trilingüe puesto que
con su padre habla portugués. Yo intento hablarle solo en español aunque uso
muchas expresiones hechas en inglés. Cuando mi hijo nació íbamos a grupos de
juegos aquí, y sin darme cuenta adquirí ese tipo de expresiones, ¿sabes esas
cosas que se dicen amorosamente a un bebé? Mi marido siempre le habla en
portugués y creo que gracias a nuestro esfuerzo diferencia las tres estructuras
perfectamente.
-¿Desarrollas aquí tu
profesión?
-Sí, trabajo principalmente
con españoles y espero hecerlo pronto en ingles, mi habilitación está en
proceso. Es mi gran reto. Para hacer terápia no solo necesitas hablar el
idioma, necesitas conocer el color del idioma en el que hablas para trabajar
con él en profundidad. Quedarme embarazada cambió mis planes, pensé incluso en
desarrollar otra profesión. Pero mientras mi hijo crecía y compartía momentos
con otras madres españolas me di cuenta de la necesidad que tenía la comunidad
de españoles de acceder a un psicólogo con el que pudieran usar su propio
idioma. Muchos de mis clientes entienden que en su lengua madre les es mucho
más fácil pedir ayuda y recibirla. Así que me animé y puse en marcha el proyecto
antes de lo que había planeado. Estoy encantada porque puedo dar salida a mi
vocación y desarrollar mi profesión, con una disponibilidad muy flexible; que es
justamente lo que necesito para criar y educar a mi hijo con la calidad que
deseo.
-¿Echas de menos tu
tierra?
-Muchísimo, el clima es lo
que peor se lleva aquí, eso lo sabrás si eres del sur. A medida que ha ido
pasando el tiempo, además de tomar vitamina D en comprimidos (risas) me he dado
cuenta de que ya estoy algo más acostumbrada y me voy haciendo más al clima,
disfrutándolo más. Antes estaba realmente dolida con esa parte de mí que no
podía tomar sol y que no podía ver el mar, cuando todos los días de mi vida lo había
hecho en Tenerife.
-¿Por qué elegistéis
Liverpool para vivir?
-Mi marido llevaba dos años
trabajando aquí de lunes a viernes y yo estaba en Madrid, a donde él venía cada
fin de semana. Llegó un momento en el que decidimos que no podíamos estar así,
llevando esta vida que no nos permitía asentarnos como pareja; y cuando él ya
se volvía definitivamente a España le ofrecieron aquí un puesto de manera
permanente, así que volvieron a cambiar nuestros planes. Allí la crisis estaba
asentada y mis oportunidades no eran las esperadas, entonces decidimos tomar el
cambio de rumbo que se nos presentaba y nos vinimos. No entraba en nuestros
planes quedar “embarazados” en el primer mes, (risas) pero eso fue un cambio de
curso no solo interesante, sino el mejor que nos ha ocurrido en la vida.
-¿Cuál es el perfil
del paciente que encuentras con más frecuencia en tu consulta?
-Principalmente son mujeres
ya que son las que más solicitan ayuda psicológica. Jóvenes, las nuevas
generaciones son las más abiertas a usar la herramienta de la psicología para
sacarle mayor partido a su vida. Cada vez la gente es más partidaria de buscar
ayuda sin esperar a que su vida esté realmente derrumbada. Obviamente también
vienen hombres y parejas; estar aquí supone grandes crisis en la historia
personal de cada uno que inevitablemente afectarán a una vida en común. Hay
algo muy interesante que comentan muchos en consulta y es que la mayoría de los
españoles cuando llegan y eligen personas para relacionarse admiten “escoger
menos”, o ser menos selectivos que si estuvieran en España. Parece que nos
quedamos con lo que tenemos alrededor, y todo eso es ya una crisis en sí. En
general, el emigrante se expone a muchísimos cambios, por lo que si ya traemos
demasiado peso en la mochila nos cuestan trabajo encajarlos. Por eso vaciar la
mochila de vez en cuando siempre viene bien.
-¿En qué trabajan tus
pacientes, son profesionales en su sector?
-Unos pocos sí trabajan en
su sector, pero la gran mayoría trabajan en el sector servicios siendo muchos
de estos profesionales cualificados en otras áreas. Pero no es tan fácil, ya
sea por el handicap del idioma o porque son extranjeros, y quieras o no, hay
muchísima gente que pone limitaciones a eso; o ya sea porque están en una
vulnerabilidad emocional propiciada por estar desubicados.
Por otro lado, también hay
muchísima gente que está bien adaptada, que está acostumbrada a los cambios, a
viajar, y que encuentra esto como una aventura más que querían vivir, ellos
quizás vengan por otros temas. Pero la gran mayoría de la gente que viene a la
ciudad empujada por las condiciones laborales que padecemos en España se siente
dañada psicológicamente.
-¿Cuál es el problema
predominante de las mujeres con hijos que acuden a tu consulta?
-El principal problema es
la tristeza de tener lejos a los suyos. También consideran una oportunidad que
sus hijos estén aquí, pero a la vez está siempre ese sentimiento de "estoy
sola", sola tirando del carro de mis hijos. Aún a sabiendas de que no son
las primeras mujeres que lo hacen, sienten que esta relalidad no encaja con la
naturaleza de la familia. Lo natural no es criar a los hijos solas, encerradas
en una casa. La humanidad ha evolucionado apoyándose en el grupo: las madres
estaban juntas, los bebés estaban juntos, y todos se relacionaban. Meterte en
un apartamento o en una casa, y sacar a tu hijo adelante sola, cuando
tu familia está lejos, cuando no tienes a una madre para que se quede con él
media hora mientras tú te das un baño... es muy duro para nuestro cerebro
y para nuestras emociones, porque no es “natural”. Se puede hacer, obviamente.
Pero sienten que estarían mejor con esa red de familia o amigos cerca.
-¿Como afecta esa
soledad a las madres expatriadas?
-A veces muy mal. Hay
algunos casos de depresiones post parto que están muy relacionadas con estar
lejos de los suyos y sin apoyo. Ser un expatriado es como ser adolescente de
nuevo descubriendo el mundo, porque ahora es otro mundo, con otras costumbres,
otra naturaleza, otro idioma. No quiero decir que uno tenga que vivir siempre
en el mismo sitio para estar bien, lo que quiero decir es que hay muchos retos
que la gente asume obligatoriamente sin que tengan esa naturaleza aventurera
para estar cómodos con ello. Si además se le suma el reto de ser madre... y ser
madre por primera vez; que ya es uno de los mayores retos de la vida, una de
las mayores adaptaciones que tiene que sufrir la mujer, la pareja, pero sobre
todo la mujer. Son un cúmulo de cambios físicos y psicológicos importantes, cómo
hacer frente además a los cambios del medio. Se puede, obviamente, tú y yo
estamos aquí porque se puede. Pero de otra forma quizás hubiese sido menos
duro. (Risas)
-¿A qué nos agarramos
para salir adelante en esas situaciones?
-Lo más frecuente es que de
primeras construyamos una de red social de españoles, que quizás no
es buena ni para aprender el idioma ni para adaptarse e integrarse en el
medio, pero sí lo es para compartir sentimientos y opiniones. Viajar a
menudo a España es otra herramienta, hay gente que, si pudiese dormir allí, cogería
el avión todos los días para venir a trabajar. En cualquier caso lo que debemos
buscar es el sentirnos bien sin dañar o faltar el respeto a los demás.
-En contraposición a
las tensiones internas que nos puede generar la soledad de criar a nuestros
hijos en un país extraño, las madres que estamos aquí también ganamos algo ¿no?
-Claro que sí, muchísimo.
Ganamos la fortaleza de vernos capaces. La alegría en muchas ocasiones
de poder educar a nuestros hijos como nosotros queremos. (Risas) Es una
oportinudad de empoderarnos como madres libres y seguras en esa relación más
natural con nuestros hijos. Una madre en un país extraño es una madre luchadora,
forzada a crecer muchísimo más que aquellas que reciben ayuda con todo.
-¿Crees que todas las
madres nos tenemos que reinventar laboralmente?
-Posiblemente, para obtener
una conciliación real y poder encajar una actividad laboral o hasta
intelectual. La mujer hoy en día está integrada en el mundo laboral,
cualificada incluso más que los hombres -es cuestión de estadísticas, se
matriculan en la Universidad mayor número de mujeres que de hombres cada año- y
además pesa sobre ella la carga familiar. La carga de los hijos, de manera
natural, está en nosotras, y cuanto más pequeños sean éstos mayor es el tiempo
y energías dedicadas a ellos. La realidad es que si quieres adaptar el ser
madre a tu vida laboral tendrás que reinventarte, ya sea con menos horas, con
otra actividad, o aparcando por un momento tu vida profesional y continuándola
más tarde. Esa es una de las ventajas que tenemos estando aquí, en este país
hay más posibilidades de conciliar que en España. Este país, en general,
permite horarios flexibles, jornadas más adaptadas a las familias, permite llevar
a tu hijo días sueltos a la guardería, sin necesidad de que vayan los cinco
días de la semana durante todo el día. La mujer de hoy es más que una ama de
casa. No digo más como si eso fuera ser mejor, mucho cuidado con eso; digo más
porque hemos sumado actividades, no porque una madre que haya escogido quedarse
en casa cuidando de sus hijos sea menos.
-Con esa suma de
actividades ¿estamos más atadas o más liberadas?
-Es lo de siempre, es la
historia de la mujer de hoy. ¡Nos han vendido la moto pero bien! Nos han dicho:
sí, sí, podéis aportar muchísimo a la estructura económica, formaos, entrad,
generad dinero y riquezas. Pero la asunción de las tareas de manera equitativa
e igualitaria todavía no es una realidad, aún queriendo el hombre y la mujer
modernos, hay tantos estereotipos y tantas costumbres detrás, tanta cultura,
que todavía tenemos que estar sacudiéndonos las migajas de aquello. Es muy
difícil conciliar para los dos, porque si la mujer tiene que hacerlo, el hombre
también; si no, es imposible. En mi caso, si mi marido no llega a una determinada
hora yo no puedo atender a mis clientes, si él tuviese un trabajo menos
flexible yo no podría desarrollar mi actividad professional. Porque además de
pasar tiempo en la guardería mi hijo necesita estar en casa y necesita de sus
padres. Debemos conciliar todos para poder tener familia sana.
-Muchas veces gracias
a las guarderías podemos seguir desarrollando nuestras profesiones, pero ¿no
crees que aquí el precio es un poco excesivo? (Alrededor de 42 libras al día,
de 8 a 6, lo que se traduce en unos 60 euros diarios)
-Sí que son excesivas. El
modelo de las guarderías continua siendo el de si tu bebé va a la guardería es
porque ganas dinero trabajando, por eso dejas a tu hijo allí; o tienes tanto
dinero que le puedes dejar allí aunque no estés trabajando. Lo cual es un
error, porque puede ser que no tengas tantísimo dinero pero sí que te gustaría
tener a tu hijo unas horas para que se socialice, para que escuche la lengua y
se forme interactuando con los niños del país en el que se está criando. Si no
es así, al final lo que tenemos es un bebé “extranjero” con nuestros miedos y
nuestra falta de adaptación. Cuando mi hijo empezó en la guardería yo no
trabajaba pero sí le llevaba un día en semana, unas horas, para que fuera
integrándose en la cultura. Recuerdo que para mí fue como si se me rompiera una
tripa. Fue demasiado doloroso para que ocurriese de manera brusca, como tiene
que ocurrir a los cuatro meses en España, que es cuando se termina el periodo
de maternidad, y los niños tienen que ir a la guardería durante un montón de
horas, con un escaso o ningún periodo de adaptación. Eso no es bueno ni para el
bebé ni para ti como madre, la vivencia de ese proceso tiene repercusiones
psicológicas. El Estado español todavía no entiende la importancia de la salud
de los niños y de la natalidad del país, Reino Unido apuesta más por esas
políticas que hacen que un país crezca o no, mientras que en España se limitan
a las nuevas generaciones para seguir con su vida natural.
-Hemos dicho que las
madres expatriadas también ganamos creciendo como tal fuera de nuestro entorno,
pero ¿qué ganan también nuestros hijos aparte del idioma?
-Pues ganan el idioma como
hemos dicho, pero no solo uno, los que quieran; porque serán mentes preparadas
para aprender idiomas. Ganan las riquezas culturales, la apreciación de las diferencias.
Ganan un pensamiento plural que les abrirá puertas, que les hará ser personas
más preparadas para la vida.
-¿Entonces
socialmente están más preparados o también pueden tener problemas para
adaptarse?
-Todo depende de nosotros.
Por supuesto también de si nacen aquí, o de la edad con la que vengan. Pero los
niños están felices si tu estás feliz, esa es la regla de oro y la que tenemos
que recordar. Si tú estás adaptado y contento tu hijo lo estará, pero si no, tu
hijo crecerá con ese sentimiento, entendiéndote a ti y siendo empático contigo;
y eso le hará asumir esos sentimientos de infelicidad como propios. Por eso es
importante que nosotros seamos felices, que las incomodidades de estar aquí puedan
resolverse lo antes posible y no se las transmitamos. Ayuda, por ejemplo, que
se trate de hablarlas con la pareja en privado.
-Un niño que
viene hablando español ¿cuánto tarda en hacerse con el idioma y en
adaptarse?
-Normalmente, antes de los
12 años la adquisición de otras lenguas es muy buena, a partir de ahí la
plasticidad del cerebro es menor, la lengua está establecida y cuesta más
trabajo aprender, obviamente se puede como lo hacemos los adultos, pero es más
difícil. Así que cuanto antes expongamos a nuestros hijos al nuevo idioma,
mejor. O esta es la teoría que se ha aceptado como cierta hasta el momento. Hoy
hay algunos estudios que dicen que mientras que los niños se adaptan naturalmente
a aprender cosas nuevas, los adultos aprovechan sus experiencias de vida para
aprender. Por lo que, aprender un idioma no es
necesariamente más difícil con la edad, simplemente se trata de usar
herramientas diferentes. Obviamente los rasgos de
personalidad siempre tienen que ver; a un niño tímido, al que le cueste más
relacionarse y por ende adaptarse, habrá que hacerle ver las ventajas que tiene
pasar un periodo de su vida inmerso en otra cultura, y la de cosas que puede
ganar con la nueva experiencia. Y tampoco nos podemos echar la culpa de cómo
son nuestros hijos, siempre hay una manera mejor de hacer lo que hicimos, pero
eso no significa que no hayamos puesto todas nuestras intenciones en hacerlo lo
mejor posible, eso es lo único válido. El sentimiento de culpa sí que es
traicionero y sí que hace que hagamos las cosas mal.
-Los lectores no lo
sabrán pero hay un grupo en Facebook de madres y padres de habla hispana de la
ciudad y sus alrededores. ¿Crees que es una herramienta útil?
-Sí que lo es, pero depende
de cómo se use. Cada madre, cada familia y cada situación es única, y en el
corazón de cada padre está el hacerlo lo mejor posible. Aún así caemos en el
error común de decir a otros padres cómo lo “deben” hacer .Y los momentos o
espacios que deberían ser para compartir respetuosamente se convierten en
espacios dedicados a determinar qué o
quién es mejor o peor. Reunirte con mamás y no conseguir empatizar es muy
frustrante. Sin embargo, en muchas ocaciones logramos ahorrarnos comentarios que
no ayudan a nadie y hacer comentarios constructivos. La cultura española es más
un "mejor o peor" todo el rato que no sólo es agotador, sino también
dañino. Por eso creo que el grupo es una buena herramienta que debe usarse más
para empatizar con otras madres y compartir las cosas buenas, informaciones que
nos pueden interesar a todas las familias, etc. Y tu blog. Claro, puede ser una
oportunidad muy buena para que las mamás puedan expresarse. Sería maravilloso
que encontrásemos ese apoyo dentro del grupo de las mamás.
-¿Cómo crees que
puede afectar a una pareja el venir a otro país con costumbres diferentes, a
veces desarrollar una profesión que no es para la que se han preparado, y
en ocasiones con cargas familiares?
-Depende de todos esos
condicionantes que has nombrado, también si tiene la posibilidad de ir y venir
de vez en cuando o si desarrollan una red social importante que puede funcionar
como amortiguador de las emociones negativas o frustraciones… Puedes crecer en
esa crisis -entendida como un cambio en el medio al que tienes que adaptarte,
no como algo negativo- o puede que sientas que la situación está ganándote la
batalla. Si ocurre esto último, mi labor será ayudarte a crecer y sobreponerte
a tu crisis.
-¿Cuando es
aconsejable acudir a un profesional?
-Cuando crees que no eres
capaz de hacerlo solo. Entonces es aconsejable que otra persona te ponga en
diferentes perspectivas. Si tienes algún ápice de esperanza, tienes justo lo
necesario para recuperarte. El profesional actúa para ayudar a que la
experiencia sea lo menos traumática y más enriquecedora posible.
-Mi percepción es que
hay mucha gente que consume sustancias aquí, ¿piensas que puede ser una vía de
escape a sus problemas para la gente que llega?
-En Liverpool existe un
fácil acceso a las drogas duras y me he encontrado con mucha gente que consume,
pero la mayoría ya consumía en España. Liverpool, con el puerto, es una ciudad
que mueve mucha droga y, peligrosamente, consumirla no supone un estigma; el
verdadero problema es que la gente no entiende que eso afecta a su personalidad
y a su vida. Hay gente que no se da cuenta de que no tiene ganas de levantarse
por las mañanas porque fuma hachís todos los días, y no lo relacionan con ese
malestar. Ese es el principal problema del consumo, que no se conoce y entiende
de verdad todos los efectos que las drogas tienen en nuestra vida cotidiana.
-¿Crees que es falta
de información?
-No, creo que es falta de
conciencia de esa información. La gente consume los fines de semana, o cada vez
que sale de marcha, o incluso sin salir, en el peor de los casos; y los efectos
perduran en su sistema nervioso durante días. Son personas más irritantes e
incómodas que andan chillándoles a los niños o en la carretera, y no se dan
cuenta de que eso está relacionado con que consumieron cocaína en el fin de
semana, hachís todas las noches... Eso afecta a la forma de ser, es porque no
quieren verlo, porque la gente prefiere vivir en la inconsciencia y
responsabilizar a los demás de lo que pasa en su vida, que siempre es más fácil. Animo
siempre a dar el paso de comenzar a vivir una vida en conciencia plena, a
disfrutarla y a vivirla realmente “a tope” y a ser valientes para recorrer el
camino hacia el cambio.
-¿Qué consejos les
darías a la gente que está a punto de hacer las maletas para salir de su país?
-Comienzo siempre diciendo que es muy importante tener una buena despedida. Nos da la oportunidad de vivir el duelo y de integrar las emociones y recuerdos con los que más queremos como parte del proceso vital. Abrirnos al cambio y a la experiencia de lo nuevo. Interesarnos por la cultura, por el lugar, por la naturaleza el nuevo sitio; y mezclarnos sin miedo con todo ello, construyendo un nuevo yo. Siempre mejorado, siempre más rico. Si lo asumimos con apertura el proceso será constructivo y nos aportará mucha felicidad, que es precisamente lo que hemos venido a buscar.
-Comienzo siempre diciendo que es muy importante tener una buena despedida. Nos da la oportunidad de vivir el duelo y de integrar las emociones y recuerdos con los que más queremos como parte del proceso vital. Abrirnos al cambio y a la experiencia de lo nuevo. Interesarnos por la cultura, por el lugar, por la naturaleza el nuevo sitio; y mezclarnos sin miedo con todo ello, construyendo un nuevo yo. Siempre mejorado, siempre más rico. Si lo asumimos con apertura el proceso será constructivo y nos aportará mucha felicidad, que es precisamente lo que hemos venido a buscar.