viernes, 24 de junio de 2016

Adiós Europa

Hoy me despierta el desconcierto, la incertidumbre y, por qué no decirlo, también la pena. Reino Unido ha sido mi hogar en los últimos cinco años y medio de mi existencia, que se traducen a mis años de madurez. Este país ha sido el que me ha dado alas en el proceso de emancipación e independencia, el que me ha visto crecer como adulta, el que me dio oportunidades laborales para definirme como tal con una nómina con la que pagar mis facturas y posteriormente la posibilidad de crear mi propia empresa, donde he formado mi hogar y donde hemos aumentado la familia. Sin embargo, después de que el 51,8% de la población haya votado sí al Brexit hora me siento perdida. Mi hogar empieza a desmoronarse, "my home is no longer my home", y parece que mi tiempo, el tiempo de mi familia en el país que nos brindó tantas oportunidades, ha caducado.

No sabemos cuándo pero pensamos que más pronto que tarde emprenderemos el regreso. Para muchos debería ser motivo de alegría, pero para nosotros, cuando has vivido tanto tiempo fuera de tu país como para sentirte ciudadano del mundo, es una decisión difícil y complicada, especialmente porque no sabemos qué nos depara el cambio de rumbo y con dos bebés en la "mochila" la tarea se presenta ardua, más que cuando dejamos a nuestros amigos y familias para aventurarnos a los desconocido, pero entonces nadie más dependía de nosotros. Para mí lo que es obvio es que perderé mi negocio, nuestro dinero en el banco está perdiendo valor a medida que pasan las horas, mis hijos ya no serán propiamente bilingües sin el esfuerzo de hincar codos aunque en su pasaporte les quedará el recuerdo de haber nacido en Liverpool, y los amigos que se han convertido en familia elegida con el transcurso de los años mientras compartíamos penas y alegrías se empezarán a diluir entre la distancia de nuestros lugares de origen y este mar de dudas que hoy nos asalta a los inmigrantes de esta isla.

Sin embargo, a pesar de la tristeza que me pueda causar mi reflexión personal por lo que cambiará mi vida y la de los míos en el tiempo venidero, lo que más me sorprende es cómo Reino Unido convenció a Escocia para quedarse con ellos "asustándoles" con salir de la Unión Europea, y ahora que toca votar este aspecto Escocia entera se proclama partidaria de seguir unidos, mientras que Inglaterra y Gales se posicionan fuertemente con la salida del bloque europeo. Es una gran contradicción, seguro que algún que otro humorista podría convertir este hecho en chiste. Pero sin duda los resultados de las votaciones al referendum han marcado un precedente y -en un deje de catastrofismo- no me extrañaría que fuera el principio del fin de la unión de los pueblos del viejo continente y la vuelta a los conflictos entre ellos, porque ya de este mundo que cada día se despierta más confuso no me extrañaría nada... Aunque haciendo un análisis y un ejercicio de autocrítica a mi propia postura pro Europa debería matizar que si ser europeo significa saltarse a la torera la Declaración de los Derechos Humanos como hicieron con el cierre de fronteras a los refugiados de la guerra siria, igual debo ir pensando en pedir la nacionalidad británica y quedarme aquí en la isla con ellos.



Europa, palpablemente, está perdiendo su sentido y quizás sea algo que deban plantearse las instituciones, hacia dónde está virando el barco, qué ha pasado para que un país tan fuerte como Reino Unido que contaba con privilegios como los de mantener su propia moneda haya decidido romper sus relaciones fraternales de esta manera. Doy fe de que parte de la responsabilidad la tiene el discurso xenófobo de los defensores del Brexit que han alentado a sus votantes señalándonos a los inmigrantes como principales culpables de la crisis, el desempleo (que en este país en la actualidad asciende a un 5% de la población) y el despilfarro del dinero público en ayudas; también por la promesa de invertir en su sistema nacional de salud (NHS) el dinero "de más" que daban a Europa, algo en lo que a primera hora de hoy Nigel Farage, quien lideró al partido independentista UKIP hasta el año pasado, se ha desdicho. Pero también no debemos olvidar que el TTIP (las negociaciones secretas de Europa con Estados Unidos que nos hacen temer por los servicios públicos, la privacidad, las regulaciones bancarias y la democracia), las políticas de austeridad económica y la gestión de los conflictos extra comunitarios están desencantando a cada vez mayor número de población.

Mientras el tiempo pone orden y se definen los términos en los que Reino Unido sale de Europa, empezaré a pensar en cómo empaquetar mi vida de nuevo y esta vez también la de mis hijos, porque está claro que aquí no nos quieren, al menos así lo ha demostrado la mitad de la población con comentarios racistas a los pies de algunos artículos de periódicos online que en los últimos meses arrojaban encuestas y en el día de hoy nos ofrecían la noticia del triunfo del Brexit como desayuno, aunque si encontramos que la crítica se hace en nuestra propia cara esta irá acompañada de la muletilla "no lo digo por ti, lo digo por los otros". ¿Qué otros? El saco de la inmigración es el mismo para todos, y la gente no se entera de que un día les puede tocar a ellos. Yo misma recuerdo como de pequeña, a mi alrededor, escuché comentarios como "los inmigrantes vienen a quitarnos el trabajo" o "no soy racista, soy ordenado y cada uno tiene que estar en su sitio", y ahora esa misma gente defendería que los españoles que hemos emigrado no vamos a robar el trabajo de nadie, más bien "a buscarnos el pan". Pero volviendo al tema Británico por más que lo pienso aún no lo puedo creer... este país que se auto proclamaba plural, tolerante y solidario, siempre vanagloriándose de ello. Por eso empiezo a asumir que dejaré de oponer resistencia a la idea del retorno, a pesar de que ayer mismo derramaba lágrimas por mi deseo a quedarme y por la sensación de salto al vacío que me genera la idea de volver. Aunque a dos días de las elecciones españolas me pregunto si el partido político que las gane (que según encuestas parece que va a ser el que nos empujó a salir y en el último intento de sufragio fue apoyado por la mayoría de los participantes) tampoco nos querrá de vuelta en España y tendremos que seguir vagando por Europa en busca de una vida digna.